Traducción de Dani Jiménez Franco
Original en inglés en Corporate Watch: https://corporatewatch.org/vaccinating-capitalism-corporate-pharma-raids-the-commons-and-leaves-the-root-causes-untreated/
Pronto se publicará la traducción al castellano de Ecocide. Kill the Corporation before it kills us (Ecocidio. Matemos a la corporación antes de que ella nos mate), libro que David Whyte dedica al papel de la corporación –ese vehículo creado para la reproducción de capital- en la depredación de toda forma de vida. Ecocidio da continuación a trabajos como La Empresa Criminal. Por qué las corporaciones deben ser abolidas (Steve Tombs y David Whyte, Icaria, 2015/2016) o Los Crímenes de la Economía. Un análisis criminológico del pensamiento económico (Vincenzo Ruggiero, Marcial Pons, 2013/2018).
Este artículo, recién publicado en Corporate Watch y dedicado al papel de la corporación en la gestión eficiente de la pandemia, aporta una buena introducción a los argumentos de Ecocidio: si gestión eficiente significa concentración óptima de beneficio, entonces concentración óptima de beneficio significa estrategia de negocio criminal, excluyente, segregadora, genocida y ecocida. Hace décadas –“¡hace siglos!”, nos muestra Whyte- que esa afirmación es simplemente indiscutible. Comprenderlo significa comprender que el único fin primordial de la forma corporativa en cualquier área de negocio es reproducir capital, concentrar ganancias, defender el interés del propietario y garantizar la irresponsabilidad de directivos e inversores ante cualquier daño producido por la actividad de la persona jurídica. Significa que esa actividad depredadora y el ciclo de destrucción en el que opera se perpetúan gracias (y no a pesar) del estado, el derecho, sus controles y su regulación. Significa, pues, comprender que en ese macabro juego capitalista de la depredación rentable y el “cálculo de vidas y muertes” no hay nada que reformar. Significa comprender que debemos “matar a la corporación”. Significa asumir que ya es tarde, pero de nosotras depende que no sea demasiado tarde. Y la historia en curso del mercado de las vacunas es un ejemplo perfecto de esa lógica criminal: los estados pueden (¿deben?) habilitar un negocio millonario sin tocar las causas del problema que lo hizo posible – y que seguirá matando a miles o millones de personas